MI VIDA COMO FANTASMA
En circunstancias no muy afortunadas me encontraba narrando mi vida. Mi oyente, antes de empezar, hizo ciertas aclaraciones sobre su narcolepsia. Al rato empezó a cabecear. Yo leía, ella dormía. Yo también quería dormir y despertar en casa bajo mis cobijas pero parecía imposible. Estaba lloviendo, había gritos y pantano por todas partes. Estaba muy lejos. Muchos sueños despúes, ella abrió los ojos muy abiertos y dijo que todo era mi culpa, que yo era un fantasma. Vivía mi vida como un fantasma, me veía como un fantasma. Recordé que llevaba dos días sin comer ni dormir. Luego de estar 8 horas a la intemperie, era un fantasma con los cachetes colorados.
Una noche cualquiera él me miró y me dijo que yo era triste porque leía libros tristes. Yo pensé que tal vez leía libros tristes porque era triste. También pensé que él nunca leía y era un imbécil. Pedí a un amigo que me recomendara un libro feliz a ver si eso ayudaba a componer mi situación. El libro me gustó, pero debo aclarar que el concepto de felicidad puede ser muy relativo. El protagonista se suicidó al final. Pensé que tal vez era triste porque tenía amigos tristes. Una noche cualquiera, él me escribió un mensaje para decirme que de nuevo, no llegaría a casa. Yo pensé que era triste porque tenía un novio estúpido. El gato realmente agradeció esta última reflexión y se instaló de nuevo a dormir entre mis piernas.
Un fantasma triste. Entonces mi vida parece un cuento de navidad. Podría seguir sumando comentarios ajenos que dependen de la amable apreciación del interlocutor de turno.
Justo antes de dejarme me dijo que quería una mujer que supiera manejar. Me iba a dejar porque nunca pude superar el pánico a conducir entre los buses de Bogotá. Era tarde para tomar de nuevo el curso de manejo. Él ya estaba decidido. Tuve que tomar un taxi para regresar a casa. Fue un junio lluvioso y el mundo está lleno de razones extrañas.
Parece que he sido tantas cosas. La que más me gusta es la versión del gato, que anoche no durmió por acompañar mi insomnio. Me gustan los gatos porque juegan con fantasmas.
Una noche cualquiera él me miró y me dijo que yo era triste porque leía libros tristes. Yo pensé que tal vez leía libros tristes porque era triste. También pensé que él nunca leía y era un imbécil. Pedí a un amigo que me recomendara un libro feliz a ver si eso ayudaba a componer mi situación. El libro me gustó, pero debo aclarar que el concepto de felicidad puede ser muy relativo. El protagonista se suicidó al final. Pensé que tal vez era triste porque tenía amigos tristes. Una noche cualquiera, él me escribió un mensaje para decirme que de nuevo, no llegaría a casa. Yo pensé que era triste porque tenía un novio estúpido. El gato realmente agradeció esta última reflexión y se instaló de nuevo a dormir entre mis piernas.
Un fantasma triste. Entonces mi vida parece un cuento de navidad. Podría seguir sumando comentarios ajenos que dependen de la amable apreciación del interlocutor de turno.
Justo antes de dejarme me dijo que quería una mujer que supiera manejar. Me iba a dejar porque nunca pude superar el pánico a conducir entre los buses de Bogotá. Era tarde para tomar de nuevo el curso de manejo. Él ya estaba decidido. Tuve que tomar un taxi para regresar a casa. Fue un junio lluvioso y el mundo está lleno de razones extrañas.
Parece que he sido tantas cosas. La que más me gusta es la versión del gato, que anoche no durmió por acompañar mi insomnio. Me gustan los gatos porque juegan con fantasmas.
Comentarios
Y el gato no era triste, ni la mujer era triste, solo la vida era un poco pálida y fría... tal vez se filtraba el agua entre las persianas y mucho frío.
Lo mejor sería tomar agua de hierbas bien caliente y escribir con el gato que lee y escribe y sueña...
si sigo me van a censurar por lo larga de mi exposición... haré dormir al gato de nuevo...
Atte,
Bruja habladora
Pero tranquila Bruja habladora, puedes seguir hablando, las buenas compañías no tienen censura.
Eras el amor de su vida.... con toda certeza.....
Pero te descubrió siendo infiel....con toda certeza
Y aún te extraña.... con toda certeza
ciertamente...
Para los pies frios, lo mejor son las medias, nada las supera, para el insomnio, el ejercicio ayuda, también un té con un poco de ron. Afortunadamente ya no sufro de insomnio, tal vez necesite un remedio para mi profundo sueño y las ganas que me dan de quedarme en casa metida entre las cobijas calientes, con mis gatos al lado mio. Pero eso me hace feliz, asi que mejor no encuentro la cura para la felicidad.