Se cansó de esperar que el café se enfriara y decidió solucionarlo echándole un trago de ron. Nos mintieron. Superalo. -Le había dicho con su impecable nuevo acento porteño- No vamos a ser ni bellos, ni ricos, ni famosos. 
En parte tenía razón ella, aunque bonita si era, a pesar de aquel detalle del ojo y además se había largado con un tipo rico. Él, bueno, él era otra historia.
Americano le decían ahora a esa cosa recalentada en microondas, que había pasado de ser un tinto hirviendo a un ron demasiado tibio. Vaya si le habían mentido.

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