Que dios te bendiga, le dijo.
Ella, que es del tipo porno para amas de casa, más del estilo cenicienta que de las historias que incluyen personal de servicios varios y técnicos en reparación. Ella, que escogía sus tendencias espirituales entre las cosas que empezaban por P: había sido panteísta, politeísta, pastafari y ahora estaba con el paganismo. Por estos días le iba a Frejya, y no porque había engendrado una prole de hombretones de esos de rubia melena trenzada y pecho enorme y peludo, capaces de preñar una mujer con saludarla desde lejos, sino porque la mona andaba en un carruaje tirado por gatos. Hay que ser muy jodidamente poderoso para lograr que una manada de gatos hagan eso, o que hagan algo, cualquier cosa. 
Ella, no supo qué responderle, pero dijo gracias. Tal vez Frejya le escuchara, así fuera martes.

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